jueves, 29 de junio de 2017

2. Qué es la robótica educativa?

Resultado de imagen para ROBOTICA EDUCATIVASon actividades pedagógicas que apoyan y fortalecen áreas específicas del conocimiento y desarrollan competencias en el alumno, a través de la concepción, creación, ensamble y puesta en funcionamiento de robots.
¿Por qué debemos utilizar la robótica en nuestra tarea pedagógica?
La robótica educativa es un recurso eficaz, para el trabajo interdisciplinario que mejora el aprendizaje de los estudiantes, desarrollando sus competencias y capacidades de sociabilización, creatividad, liderazgo y trabajo colaborativo; que una vez aprendidas les permitirá plantear alternativas de solución a los problemas que se presenten en su contexto inmediato.
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1. Definición de Rebòtica



La robótica es la ciencia y la técnica que está involucrada en el diseño, la fabricación y la utilización de robots. Un robot es, por otra parte, una máquina que puede programarse para que interactúe con objetos y lograr que imite, en cierta forma, el comportamiento humano o animal.


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El origen etimológico de la palabra robótica lo encontramos, ni más ni menos, que en el checo. En concreto, en la unión de dos términos: robota que puede definirse como “trabajo forzado” y en rabota que es sinónimo de “servidumbre”. De la misma forma, hay que subrayar que la primera vez que empieza a hacerse referencia más o menos a ella fue en el año 1920 en la obra del escritor Karel Capek titulada “Los robots universales de Rossum”.

Robótica
Resultado de imagen para ROBOTICALa informática, la electrónica, la mecánica y la ingeniería son sólo algunas de las disciplinas que se combinan en la robótica. El objetivo principal de la robótica es la construcción de dispositivos que funcionen de manera automática y que realicen trabajos dificultosos o imposibles para los seres humanos.
La robótica ha conseguido crear robots que sean útiles para asistir y ayudar a todas aquellas personas que se encuentran con algún tipo de discapacidad física. Y eso sin olvidar el conjunto de robots que se están diseñando en el ámbito militar para, por ejemplo, llevar a cabo operaciones de salvamento.

El escritor Isaac Asimov (1920–1992) suele ser considerado como el responsable del concepto de robótica. Este autor, especializado en obras de ciencia ficción y divulgación científica, propuso las Tres Leyes de la Robótica, una especie de normativa que regula el accionar de los robots de sus libros de ficción pero que, de alcanzarse un grado de desarrollo tecnológico semejante, podrían aplicarse en la realidad futura. Dichas reglas son impresas como fórmulas matemáticas en los “senderos positrónicos” de la memoria del robot.
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Grandes Filosofos: Aristoteles

Aristóteles, nació en Estagira, Macedonia, el año 384 a. de J.C. y murió en 322 a. de J.C. Fue discípulo de Platón y maestro de Alejandro Magno. Creó su "Liceo" que fue tan prestigioso como la "Academia".
Su filosofía se caracteriza por ser un movimiento filosófico y científico basado en la experimentación. Concepción revolucionaria. En un panorama filosófico denominado por la ciencia del mundo exterior y la cosmología, creó un concepto de la sociedad, de la realidad y del hombre totalmente diferente. Enfatizó la transformación de su sociedad política porque afianzó la libertad democrática en su obra "Las Constituciones de Atenas", contra Filipo de Macedonia, quien reaccionó ordenando su muerte, ya que vislumbró que la democracia terminaría por derrotar al totalitarismo.
En el campo de la metafísica - hasta entonces denominado por Platón - en el que tenía predominio las ideas y por lo tanto el mundo ideal y dialéctico de la lógica y el pensamiento sobre la realidad y la experiencia, él decidió crear bases totalmente diferentes para constituir en ellas la filosofía y la ciencia.
Su gran revolución ideológica la hace precisamente en el campo de la teoría del conocimiento. Contra todos los filósofos que presumían la validez del conocimiento, él dice que sin experimentación no hay verdad.
Aristóteles da realidad a las ideas entendiéndolas como la esencia de las cosas reales - "Nada hay en la mente que no haya estado antes en los sentidos".
Frente a toda metafísica, a la filosofía cosmológica y frente al idealismo metafísico e intelectualista de Platón, la posición de Aristóteles no puede ser más radicalmente distinta.
Por la fuerza de su ingenio trascendió su época y se proyecto en el siglo XVII y XVIII, época en que su tesis es sostenida por los empiristas británicos John Locke, George Berkeley y Davis Hume, y en cierto modo también Emmanuel Kant, filósofo alemán creador de la filosofía crítica.
Aristóteles inventa el empirismo, pues considera que todas las filosofías y las ciencias tienen que partir de las experiencias, es decir, de todas las sensaciones que nos ofrece el mundo de la percepción y del conocimiento sensible.
Redescubre la experiencia y la erige en base del conocimiento verdadero. La percepción que había sido desechada como conocimiento impreciso y engañoso es decir, el DOXA, para él es el punto de partida necesario y obligatorio, no sólo de toda la filosofía, sino de todas las ciencias.
El mismo inventó y construyó por primera vez en Occidente casi todas las ciencias naturales más importantes, tales como la física, la química, la geografía y también las ciencias sociales más significativas como la ética, la política y el estudio de la sociedad.
En su obra "Organon", desarrolla una lógica y una epistemología que le permiten perfeccionar y alcanzar el conocimiento científico a la vez demostrativo y convalidadamente verdadero.
Creó su lógica para garantizarse un acceso sólido del conocimiento a la realidad. Cambió el curso de la filosofía al pensar que las ideas y los pensamientos no eran como lo creyó Platón. Insertó las ideas en el mundo real, tanto las cosas materiales que se ofrecen al conocimiento sensible, como las ideas y conceptos. Desde entonces las ideas no flotan en vacío ideal sino que existen en las cosas mismas de la realidad. Al mismo tiempo que fue el creador del "empirismo epistemológico", fue también gestor del "realismo metafísico". Hay una realidad exterior que puede ser accesible al conocimiento empírico.
Aristóteles deja de depender de las ideas y desarrolla su concepción hilemorfista, que consiste en que las esencias o sustancias de las cosas reales tienen una realidad DUAL; ellas son : Materia y Forma y en sus relaciones de unas cosas, causa y/o efecto.
Sobre este concepto de casualidad de : "No hay efecto sin causa" y "todo efecto debe ser proporcionado a su causa", se construirá toda la ciencia antigua, moderna y contemporánea.
Sobre el principio de la relación entre materia y forma, se elaboraron la psicología, la sociología y la política, así como, por supuesto, una nueva antropología filosófica. Para la esencia del hombre, el cuerpo es la materia y la forma es el alma.
Aristóteles es el inventor, en Occidente, del concepto del alma como primer principio, primera fuerza o energía, que da origen a la vida, a la sensación y a la intelección. La estructura integrada del plano biológico y reflexivo intelectual del hombre de una manera unitaria y teleológica. En virtud de lo cual, todas las partes que constituyen el organismo humano están al servicio supremo, del que éste emplee su finalidad de supervivencia, integridad, perfeccionamiento y desarrollo individual.
En lo primero que define a Dios como la "suprema causa" y el "motor fundamental del Universo". Entre sus obras principales, además de la metafísica, como teoría de las causas primeras, está su : "De Anima" o "Del Alma", que es el primer tratado científico de la filosofía y de la psicología. También inventó la lógica o arte y ciencia del pensamiento correcto que distingue los falsos modos de razonar como los Sofismas y los Paralogismos y la falacia comprendida en suslibros.
Fue Aristóteles quien introdujo la denominación de Etica para designar lo concerniente a los principios del bien y del mal; y, de "Filosofía Práctica", para la disciplina que dicta las reglas a que debe someterse la conducta humana . Según Aristóteles, la virtud es el objeto de la Etica, mientras que la moralidad lo es de la Filosofía Práctica. Hay, no obstante, confusiones posteriores debidas a las traducción; así por ejemplo, CICERON tradujo la palabra griega "ético" a la latina "moralis", y SENECA llamó a la ética "Philisophia Moralis". Desde entonces aparecen con más frecuencia estos tres nombres : Etica, Filosofía Moral y Filosofía Práctica ç, designando, con leves matices de diferencia, la misma disciplina filosófica. Sin embargo, desde la Antigüedad hasta el presente, la expresión Filosofía Práctica no se refiere exclusivamente a lo ético, sino que abarca también la Política, la Economía y el Derecho.
Aristóteles en su obra "Etica de Nicomaco" hizo la primera exposición sistemática de esta disciplina. Considera como cuestión fundamental la del "supremo bien, o sea un bien que se desea por sí mismo y por el cual, a la vez, se desea todos los demás bienes; todos coinciden en que este supremo bien es la felicidad". Pero ¿en que consiste? . Según Aristóteles, la virtud es un modo de pensar y de sentir que se mantiene en el justo medio entre el exceso y el defecto; este justo medio puede ser conocido por la razón, y quien lo conoce, como el sabio, obra en consecuencia y es feliz; pues, la felicidad no es sino la actividad de la vida conforme a la razón.
Después de Aristóteles, los Estoicos y los Epicúreos siguen la misma ideas con muy leves innovaciones. Así, los ESTOICOS consideran que la felicidad consiste en la "apatía", o sea el estado de una vida serena, libre de las pasiones que subyugan a los insensatos, y que realizan la acción virtuosa conforme al deber, que es lo mismo que conforme a la razón. Por su parte los EPICUREOS (Seguidores de Epicuro) sostienen que el supremo bien es la felicidad, pero entendida como placer, es decir como diversión, entretenimiento y satisfacción sin impedimentos. Para lograr la felicidad se necesita mantener la buena salud del cuerpo y una "inquebrantable tranquilidad del alma no estorbada por pasiones ni apetitos"; a esto le llamaron "ataraxia", estado parecido al de la apatía, de los estoicos. También reconocen a la razón como el medio de conseguir la felicidad, y por eso, también el sabio representa el ideal de la conducción moral de la vida.
El CRISTIANISMO introdujo una nueva concepción ética basada en los siguientes principios: 1º.- El hombre tiene la culpa de sus desgracias y sufrimientos; 2.- Todos los hombres son iguales por ser hijos de Dios, quien los creó en un acto de puro amor y, por eso, "amar a Dios y al prójimo como así mismo" es el sentimiento y el deber fundamental; 3º.- La salvación, o dicha eterna, y la perdición, dependen de la libre voluntad del hombre, pues él puede elegir el difícil y angosto sendero de la virtud, la misericordia, la beatitud y la purificación; o el amplio camino del vicio, el placer, el egoísmo, etc. etc., que finalmente conduce a la perdición; y 4º.- Existe un especie de casualidad ética, pues "quien siembre vientos cosecha tempestades".
La novedad de la concepción cristiana consiste principalmente en la importancia básica del sentimiento del amor, del que carecieron la concepciones griegas de la antigüedad, que fueron eminentemente racionalistas, que lucieron el brillo de la razón, pero también su frialdad.




Grandes Filosofos: Platon

(Atenas, 427 - 347 a. C.) Filósofo griego. Junto con su maestro Sócrates y su discípulo Aristóteles, Platón es la figura central de los tres grandes pensadores en que se asienta toda la tradición filosófica europea. Fue el británico Alfred North Whitehead quien subrayó su importancia afirmando que el pensamiento occidental no es más que una serie de comentarios a pie de página de los diálogos de Platón.

Platón
La circunstancia de que Sócrates no dejase obra escrita, junto al hecho de que Aristóteles construyese un sistema opuesto en muchos aspectos al de su maestro, explican en parte la rotundidad de una afirmación que puede parecer exagerada. En cualquier caso, es innegable que la obra de Platón, radicalmente novedosa en su elaboración lógica y literaria, estableció una serie de constantes y problemas que marcaron el pensamiento occidental más allá de su influencia inmediata, que se dejaría sentir tanto entre los paganos (el neoplatonismo de Plotino) como en la teología cristiana, fundamentada en gran medida por San Agustín sobre la filosofía platónica.
Nacido en el seno de una familia aristocrática, Platón abandonó su inicial vocación política y sus aficiones literarias por la filosofía, atraído por Sócrates. Fue su discípulo durante veinte años y se enfrentó abiertamente a los sofistas (Protágoras, Gorgias). Tras la condena a muerte de Sócrates (399 a. C.), huyó de Atenas y se apartó completamente de la vida pública; no obstante, los temas políticos ocuparon siempre un lugar central en su pensamiento, y llegó a concebir un modelo ideal de Estado.
Viajó por Oriente y el sur de Italia, donde entró en contacto con los discípulos de Pitágoras; tras una negativa experiencia en Siracusa como asesor en la corte del rey Dionisio I el Viejo, pasó algún tiempo prisionero de unos piratas, hasta que fue rescatado y pudo regresar a Atenas. Allí fundó en el año 387 una escuela de filosofía, situada en las afueras de la ciudad, junto al jardín dedicado al héroe Academo, de donde procede el nombre de Academia. La Academia de Platón, una especie de secta de sabios organizada con sus reglamentos, contaba con una residencia de estudiantes, biblioteca, aulas y seminarios especializados, y fue el precedente y modelo de las modernas instituciones universitarias.
En ella se estudiaba y se investigaba sobre todo tipo de asuntos, dado que la filosofía englobaba la totalidad del saber, hasta que paulatinamente fueron apareciendo (en la propia Academia) las disciplinas especializadas que darían lugar a ramas diferenciadas del saber, como la lógica, la ética o la física. Pervivió más de novecientos años (hasta que Justiniano la mandó cerrar en el 529 d. C.), y en ella se educaron personajes de importancia tan fundamental como su discípulo Aristóteles.

Obras de Platón

A diferencia de Sócrates, que no dejó obra escrita, los trabajos de Platón se han conservado casi completos. La mayor parte están escritos en forma dialogada; de hecho, Platón fue el primer autor que utilizó el diálogo para exponer un pensamiento filosófico, y tal forma constituía ya por sí misma un elemento cultural nuevo: la contraposición de distintos puntos de vista y la caracterización psicológica de los interlocutores fueron indicadores de una nueva cultura en la que ya no tenía cabida la expresión poética u oracular, sino el debate para establecer un conocimiento cuya legitimación residía en el libre intercambio de puntos de vista y no en la simple enunciación.

Platón y Aristóteles en La escuela de Atenas (1511), de Rafael
Los veintiséis diálogos platónicos probadamente auténticos (de los cuarenta y dos transmitidos por la Antigüedad) pueden clasificarse en tres grupos. Los diálogos del llamado período socrático (396-388), entre los que se incluyen la Apología, Critón, Eutifrón, Laques, Cármides, Ión, el Hipias menor y tal vez Lisis (que quizá sea posterior), revelan claramente la influencia de los métodos de Sócrates y se distinguen por el predominio del elemento mímico-dramático: comienzan abruptamente, sin preámbulos preparatorios. Todas estas obras son anteriores al primer viaje de Platón a Sicilia, y en ella dominan los diálogos investigadores a la manera socrática.
Dentro de los diálogos del siguiente período, llamado constructivo o sistemático, pertenecen a una fase de transición ProtágorasMenón (que anunció la doctrina de las Ideas), GorgiasMenéxenesCrátilo y Eutidemo. Los grandes diálogos de esta etapa son el Fedón, cuyo tema es la inmortalidad del alma; El banquete, en el que seis oradores debaten sobre el amor; La República, el texto platónico más sistemático, fruto de largos años de trabajo, que presenta tres líneas principales de argumentación (ético-política, estético-mística y metafísica) combinadas en un todo; y el Fedro, que mediante la forma de diálogo dramático debate aspectos relativos a la belleza y el amor, y contiene momentos de honda poesía. Estos diálogos, en los que se muestra en su apogeo la fuerza expresiva de Platón, no son ensayos filosóficos propiamente dichos, sino obras literarias que tratan temas filosóficos, y por ello no se limitan a un solo tema o asunto.
Los diálogos del período tardío o revisionista, por último, fueron escritos a partir del momento de la fundación de la Academia. Si bien carecen de los méritos dramáticos y literarios que caracterizaron a los diálogos precedentes, presentan en cambio una mayor sutileza y madurez de juicio, ya que en ellos se expresa más el pensador decidido a presentar la definitiva exposición de su pensamiento filosófico que el artista. En el Parménides, Platón revisa la doctrina de las Ideas; en el Teeteto combate el escepticismo de Protágoras acerca del conocimiento, al tiempo que exalta la vida contemplativa del filósofo; en el Timeo expone el mito de la creación del mundo por obra del Demiurgo; en el Filebo trata las relaciones entre el Bien y el placer, y en Las leyes intenta adaptar más a la realidad su doctrina del Estado ideal, tomando como referencia las constituciones y legislaciones de varias ciudades griegas.

Una característica del estilo platónico que revela una admirable conjunción entre pensamiento y expresión es su empleo del mito para hacer más evidente el pensamiento filosófico. Sin duda el más célebre de ellos es el mito de la caverna utilizado en La República; pero también son conocidos el del juicio de ultratumba, que aparece en Gorgias, y el de Epimeteo, en Protágoras.

La filosofía de Platón

El conjunto de la obra de Platón, cuya producción abarcó más de cincuenta años, ha permitido formular un juicio bastante seguro sobre la evolución de su pensamiento. De las obras de juventud consagradas a las investigaciones morales (siguiendo el método socrático) o a la defensa de la memoria de Sócrates, pasó Platón a desarrollar sus ideas filosóficas y políticas en los diálogos constructivos o sistemáticos, y luego a revisar y completar sus propias teorías en las difíciles obras de su etapa final.
El contenido de estos escritos es una especulación metafísica, pero con evidente orientación práctica. Dos son los temas permanentes que prevalecen sobre los demás. Por un lado, el conocimiento, esto es, el estudio de la naturaleza del conocimiento y de las condiciones que lo posibilitan. Y por otro, la moral, de fundamental importancia en la vida práctica y en la realización de la aspiración humana a la felicidad en una doble vertiente individual y colectiva, ética y política. Todo ello se resuelve en un verdadero sistema filosófico de gran alcance ético basado en la teoría de las Ideas.

La teoría de las Ideas

La doctrina de las Ideas se fundamenta en la asunción de que más allá del mundo de los objetos físicos existe lo que Platón llama el mundo inteligible (cósmos noetós). Tal mundo es un reino espiritual constituido por una pluralidad de ideas, como la idea de Belleza o la de Justicia. Las ideas son perfectas, eternas e inmutables; son también inmateriales, simples e indivisibles.
El mundo de las Ideas posee un orden jerárquico; la idea que se encuentra en el nivel más alto es la del Bien, que ilumina a todas las demás, comunicándoles su perfección y realidad. Le siguen en esta jerarquía (aunque Platón vacila a veces en su descripción) las ideas de Justicia, de Belleza, de Ser y de Uno. A continuación, las que expresan elementos polares, como Idéntico-Diverso o Movimiento-Reposo; luego las ideas de los Números o matemáticas, y finalmente las de los seres que integran el mundo material.
El mundo de las Ideas, aprehensible sólo por la mente, es eterno e inmutable. Cada idea del mundo inteligible es el modelo de una categoría particular de cosas del mundo sensible (cósmos aiszetós), es decir, del universo o mundo material en que vivimos, constituido por una pluralidad de seres cuyas propiedades son opuestas a las de las Ideas: son cambiantes, imperfectas, perecederas. En el mundo inteligible residen las ideas de Piedra, Árbol, Color, Belleza o Justicia; y las cosas del mundo sensible son sólo imitación (mímesis) o participación (mézexis) de tales ideas, es decir, copias imperfectas de estas ideas perfectas.

El mito de la caverna
En su obra La República, Platón ilustró esta concepción con el célebre mito de la caverna. Imaginemos, dice Platón, una serie de hombres que desde su nacimiento se hallan encadenados en una cueva, y que desde pequeños nunca han visto nada más que las sombras, proyectadas por un fuego en una pared, de las estatuas y de los distintos objetos que llevan unos porteadores que pasan a sus espaldas. Para esos hombres encadenados, las sombras (los seres del mundo sensible) son la única realidad; pero, si los liberásemos, se darían cuenta de que lo que creían real eran meras sombras de las cosas verdaderas (las Ideas del mundo inteligible).
Sólo el mundo inteligible es el verdadero ser, la verdadera realidad; el mundo sensible es mera apariencia de ser. Dado que el mundo físico, que se percibe mediante los sentidos, está sometido a continuo cambio y degeneración, el conocimiento derivado de él es restringido e inconstante; es un mundo de apariencias que solamente puede engendrar opinión (doxa) mejor o peor fundamentada, pero siempre carente de valor. El verdadero conocimiento (epistéme) es el conocimiento de las Ideas.
En el Timeo, Platón explicó el origen del mundo sensible a través de la figura de un poderoso hacedor, el Demiurgo, una divinidad superior que, feliz en la perenne contemplación de las Ideas, quiso, por su misma bondad, difundir en lo posible el bien en la materia. El Demiurgo, disponiendo del espacio vacío y partiendo de la materia caótica y eterna, modeló poliedros regulares de los cuatros elementos (la tierra, el fuego, el aire y el agua), y, combinándolos, formó los distintos seres del mundo sensible tomando las Ideas como modelos; tales seres, obviamente, no podían ser perfectos por las mismas limitaciones de la naturaleza de la materia. Hay que subrayar que el Demiurgo, partiendo de la materia, formó cosas materiales; el alma humana, que es inmaterial, no es obra suya.

El alma

Existe pues un mundo inteligible, el de las Ideas, que posibilita el conocimiento, y un mundo sensible, el nuestro. Esa misma dualidad se da en el ser humano. El hombre es un compuesto de dos realidades distintas unidas accidentalmente: el cuerpo mortal (relacionado con el mundo sensible) y el alma inmortal (perteneciente al mundo de las Ideas, que contempló antes de unirse al cuerpo). El cuerpo, formado con materia, es imperfecto y mutable; es, en definitiva, igual de despreciable que todo lo material. De hecho, la abismal diferencia entre el nulo valor del cuerpo y el altísimo del alma lleva a Platón a afirmar (en el Alcibíades) que "el hombre es su alma".
Frente a la tosca materialidad del cuerpo, el alma es espiritual, simple e indivisible. Por ello mismo es eterna e inmortal, ya que la destrucción o la muerte de algo consiste en la separación de sus componentes. Las diversas funciones del alma confluyen en sus tres aspectos: el alma racional (lógos) se sitúa en el cerebro y dota al hombre de sus facultades intelectuales; del alma pasional o irascible(zimós), ubicada en el pecho, dependen las pasiones y sentimientos; y de la concupiscible (epizimía), en el vientre, proceden los bajos instintos y los deseos puramente animales.

Platón (óleo de José de Ribera, 1637)
Platón explicó el origen del alma mediante el mito del carro alado, que se encuentra en el Fedro. Las almas residen desde la eternidad en un lugar celeste, donde son felices contemplando las Ideas; marchan en procesión, cada una de ellas sobre un carro conducido por un auriga y tirado por dos caballos alados, uno blanco y otro negro. En un momento dado el caballo negro se desboca, el carro se sale del camino y el alma cae al mundo sensible. Es decir, las almas se encarnaron en cuerpos del mundo sensible por una falta de su aspecto concupiscible (el caballo negro; el blanco representa el pasional o irascible), que la razón (el auriga) no pudo evitar.
El alma, pues, se halla encarnada en el cuerpo por una falta cometida; de ahí que el cuerpo sea como la cárcel del alma. La unión de alma y cuerpo es accidental (el lugar natural del alma es el mundo de las Ideas) e incómoda. El alma se ve obligada a regir el cuerpo como el jinete al caballo, o como el piloto a la nave. Sin embargo, su aspiración es liberarse del cuerpo, y para ello deberá aplicar sus esfuerzos a purificarse. Las almas que logren tal purificación regresarán al mundo de las Ideas tras la muerte del cuerpo; las que no, irán a la región infernal del Hades, donde, tras un período de tormentos (específicos para cada alma según las faltas cometidas), se les permitirá elegir un nuevo cuerpo en el que reencarnarse.

Ética y política

El hombre sólo puede conseguir la felicidad mediante un ejercicio continuado de la virtud para perfeccionar y purificar el alma. "Purificarse -escribió en el Fedón- es separar al máximo el alma del cuerpo." Dominando las pasiones que la atan al cuerpo y al mundo sensible, el alma va desligándose de lo terrenal y acercándose al conocimiento racional, hasta que, inflamada en el amor a las Ideas, logra su completa purificación. Este amor a las Ideas es el sentido original del amor platónico, muy distinto del que le daría la tradición literaria posterior y del que tiene la expresión en nuestros días.
Practicar la virtud significa, ante todo, practicar la virtud de la justicia (dikaiosíne), compendio armónico de las tres virtudes particulares que corresponden a los tres componentes del alma: la sabiduría (sofía) es la virtud propia de la razón; la fortaleza (andreía) de la voluntad ha de modular el alma pasional o irascible hacia los afectos nobles; y la templanza (sofrosíne) ha de imponerse sobre los apetitos del alma concupiscible. El hombre sabio será, para Platón, aquel que consiga vincularse a las ideas a través del conocimiento, acto intelectual (y no de los sentidos) por el cual el alma recuerda el mundo de las Ideas del cual procede.
Sin embargo, la completa realización de este ideal humano sólo puede darse en la vida social de la comunidad política, donde el Estado da armonía y consistencia a las virtudes individuales. El Estado ideal de Platón sería una República formada por tres clases de ciudadanos (el pueblo, los guerreros y los filósofos), cada una con su misión específica y sus virtudes características, en correspondencia con los aspectos del alma humana: los filósofos serían los llamados a gobernar la comunidad, por poseer la virtud de la sabiduría; los guerreros velarían por el orden y la defensa, apoyándose en la virtud de la fortaleza; y el pueblo trabajaría en actividades productivas, cultivando la templanza. De este forma la virtud suprema, la justicia, podría llegar a caracterizar al conjunto de la sociedad.

Las dos clases superiores vivirían en un régimen comunitario donde todo (bienes, hijos y mujeres) pertenecería al Estado, dejando para el pueblo llano instituciones como la familia y la propiedad privada; al carecer de ellas las clases dirigentes, se evitaría su corrupción, ya que no podrían ni necesitarían obtener riquezas, ni tendrían familiares a los que favorecer; tal esquema (y otros aspectos de sus concepciones) fue revisado en Las leyes, obra de vejez en la que desaparecen estas restricciones. El Estado se encargaría de la educación y de la selección de los individuos (en función de su capacidad y sus virtudes) para destinarlos a cada clase. La justicia se lograría colectivamente cuando cada individuo se integrase plenamente en su papel, subordinando sus intereses a los del Estado.
Teorizó también sobre las distintas formas de gobierno, que según Platón se suceden en un orden cíclico en el que cada sistema es peor que el anterior. La monarquía o la aristocracia (gobierno de un solo hombre excepcionalmente dotado o de una minoría sabia y virtuosa, que aspira solamente al bien común) es para el filósofo la mejor forma de gobierno. De la monarquía se pasa a la timocraciacuando el estamento militar, en lugar de proteger a la sociedad, usa la fuerza para obtener el poder. En la oligarquía, una minoría de ricos gobierna a un pueblo empobrecido. El descontento lleva a la democracia o gobierno del pueblo, de la que tiene Platón un pésimo concepto: se elige como gobernantes a los más ineptos y reina la anarquía. Finalmente, la tiranía, encabezada por un demagogo que suprime toda libertad, restaura el orden; es la peor de las formas de gobierno.
Platón intentó plasmar en la práctica sus ideas filosóficas, aceptando acompañar a su discípulo Dión como preceptor y asesor del joven rey Dionisio II de Siracusa, hijo de aquel Dionisio I el Viejo al que ya había aconsejado en vano antes de fundar la Academia; con el hijo, el choque entre el pensamiento idealista del filósofo y la cruda realidad de la política hizo fracasar de nuevo el experimento por dos veces (367 y 361 a. C.).

Su influencia

Sin embargo, las ideas de Platón siguieron influyendo (por sí mismas o a través de su discípulo Aristóteles) sobre toda la historia posterior del mundo occidental: su concepción dualista del mundo y del ser humano (materia-espíritu, cuerpo-alma), la superioridad del conocimiento racional sobre el sensible o la división de la sociedad en tres órdenes funcionales serían ideas recurrentes del pensamiento europeo durante siglos.
Al final de la Antigüedad, el platonismo se enriqueció con la obra de Plotino y la escuela neoplatónica (siglo III d. C.). El cristianismo, empezando por Agustín de Hipona (siglo IV), encontró en Platón muchos puntos afines (el desprecio del mundo terrenal, la primacía del alma) en que sustentar sus concepciones religiosas, y la teología cristiana fue básicamente agustiniana hasta que una profunda reelaboración de Santo Tomás de Aquino (siglo XIII) incorporó el pensamiento aristotélico. En los siglos XV y XVI, la admiración hacia la filosofía antigua que caracterizó al Renacimiento europeo llevó a un último resurgir del platonismo.


Bibliografia:
- https://www.biografiasyvidas.com/biografia/p/platon.htm

Grandes Filosofos: San Agustin

Obispo de Hipona y Doctor de la Iglesia

Martirologio Romano: Memoria de san Agustín, obispo y doctor eximio de la Iglesia, el cual, después de una adolescencia inquieta por cuestiones doctrinales y libres costumbres, se convirtió a la fe católica y fue bautizado por san Ambrosio de Milán. Vuelto a su patria, llevó con algunos amigos una vida ascética y entregada al estudio de las Sagradas Escrituras. Elegido después obispo de Hipona, en África, siendo modelo de su grey, la instruyó con abundantes sermones y escritos, con los que también combatió valientemente contra los errores de su tiempo e iluminó con sabiduría la recta fe (430).
Etimológicamente: Agustín = Aquel que es venerado, es de origen latino.
Fecha de canonización: Información no disponible, la antigüedad de los documentos y de las técnicas usadas para archivarlos, la acción del clima, y en muchas ocasiones del mismo ser humano, han impedido que tengamos esta concreta información el día de hoy. Si sabemos que fue canonizado antes de la creación de la Congregación para la causa de los Santos, y que su culto fue aprobado por el Obispo de Roma, el Papa.
Breve Biografía

San Agustín es doctor de la Iglesia, y el más grande de los Padres de la Iglesia, escribió muchos libros de gran valor para la Iglesia y el mundo.

Nació el 13 de noviembre del año 354, en el norte de África. Su madre fue Santa Mónica. Su padre era un hombre pagano de carácter violento.

Santa Mónica había enseñado a su hijo a orar y lo había instruido en la fe. San Agustín cayó gravemente enfermo y pidió que le dieran el Bautismo, pero luego se curó y no se llegó a bautizar. A los estudios se entregó apasionadamente pero, poco a poco, se dejó arrastrar por una vida desordenada.

A los 17 años se unió a una mujer y con ella tuvo un hijo, al que llamaron Adeodato.
Estudió retórica y filosofía. Compartió la corriente del Maniqueísmo, la cual sostiene que el espíritu es el principio de todo bien y la materia, el principio de todo mal.

Diez años después, abandonó este pensamiento. En Milán, obtuvo la Cátedra de Retórica y fue muy bien recibido por San Ambrosio, el Obispo de la ciudad. Agustín, al comenzar a escuchar sus sermones, cambió la opinión que tenía acerca de la Iglesia, de la fe, y de la imagen de Dios.

Santa Mónica trataba de convertirle a través de la oración. Lo había seguido a Milán y quería que se casara con la madre de Adeodato, pero ella decidió regresar a África y dejar al niño con su padre.
Agustín estaba convencido de que la verdad estaba en la Iglesia, pero se resistía a convertirse.

Comprendía el valor de la castidad, pero se le hacía difícil practicarla, lo cual le dificultaba la total conversión al cristianismo. Él decía: “Lo haré pronto, poco a poco; dame más tiempo”. Pero ese “pronto” no llegaba nunca.

Un amigo de Agustín fue a visitarlo y le contó la vida de San Antonio, la cual le impresionó mucho. Él comprendía que era tiempo de avanzar por el camino correcto. Se decía “¿Hasta cuándo? ¿Hasta mañana? ¿Por qué no hoy?”. Mientras repetía esto, oyó la voz de un niño de la casa vecina que cantaba: “toma y lee, toma y lee”. En ese momento, le vino a la memoria que San Antonio se había convertido al escuchar la lectura de un pasaje del Evangelio. San Agustín interpretó las palabras del niño como una señal del Cielo. Dejó de llorar y se dirigió a donde estaba su amigo que tenía en sus manos el Evangelio. Decidieron convertirse y ambos fueron a contar a Santa Mónica lo sucedido, quien dio gracias a Dios. San Agustín tenía 33 años.

San Agustín se dedicó al estudio y a la oración. Hizo penitencia y se preparó para su Bautismo. Lo recibió junto con su amigo Alipio y con su hijo, Adeodato. Decía a Dios: “Demasiado tarde, demasiado tarde empecé a amarte”. Y, también: “Me llamaste a gritos y acabaste por vencer mi sordera”. Su hijo tenía quince años cuando recibió el Bautismo y murió un tiempo después. Él, por su parte, se hizo monje, buscando alcanzar el ideal de la perfección cristiana.

Deseoso de ser útil a la Iglesia, regresó a África. Ahí vivió casi tres años sirviendo a Dios con el ayuno, la oración y las buenas obras. Instruía a sus prójimos con sus discursos y escritos. En el año 391, fue ordenado sacerdote y comenzó a predicar. Cinco años más tarde, se le consagró Obispo de Hipona. Organizó la casa en la que vivía con una serie de reglas convirtiéndola en un monasterio en el que sólo se admitía en la Orden a los que aceptaban vivir bajo la Regla escrita por San Agustín. Esta Regla estaba basada en la sencillez de vida.


Fundó también una rama femenina.
Fue muy caritativo, ayudó mucho a los pobres. Llegó a fundir los vasos sagrados para rescatar a los cautivos. Decía que había que vestir a los necesitados de cada parroquia. Durante los 34 años que fue Obispo defendió con celo y eficacia la fe católica contra las herejías. Escribió más de 60 obras muy importantes para la Iglesia como “Confesiones” y “Sobre la Ciudad de Dios”.

Los últimos años de la vida de San Agustín se vieron turbados por la guerra. El norte de África atravesó momentos difíciles, ya que los vándalos la invadieron destruyéndolo todo a su paso.

A los tres meses, San Agustín cayó enfermo de fiebre y comprendió que ya era el final de su vida. En esta época escribió: “Quien ama a Cristo, no puede tener miedo de encontrarse con Él”.

Murió a los 76 años, 40 de los cuales vivió consagrado al servicio de Dios.

Con él se lega a la posteridad el pensamiento filosófico-teológico más influyente de la historia.
Murió el año 430.

¿Qué nos enseña su vida?
  • A pesar de ser pecadores, Dios nos quiere y busca nuestra conversión.
  • Aunque tengamos pecados muy graves, Dios nos perdona si nos arrepentimos de corazón.
  • El ejemplo y la oración de una madre dejan fruto en la vida de un hijo.
  • Ante su conflicto entre los intereses mundanos y los de Dios, prefirió finalmente los de Dios.
  • Vivir en comunidad, hacer oración y penitencia, nos acerca siempre a Dios.
  • A lograr una conversión profunda en nuestras vidas.
  • A morir en la paz de Dios, con la alegría de encontrarnos pronto con Él.
  • Si quieres conocer más de la vida de San Agustín consulta corazones.org
    Conoce el nuevo sitio Augustinus.it tiene el objetivo de difundir no sólo algunos aspectos de la figura poliédrica del santo sino toda su personalidad.